Sábados de 19 a 20 hs
FM La Tribu 88.7

martes, 22 de septiembre de 2009

Programa del 19/09/09

Editorial
por Carlos J. Aldazábal

La memoria doblada en el ropero puede extraviarse. Es común que se pierda, que se ponga traslúcida, que pase frente a nuestras narices sin que el olfato funcione.

En esos momentos solemos parecer despistados: queremos atarnos los zapatos, y un tropezón nos lleva al suelo, queremos encender un cigarrillo y la nariz se nos quema, queremos pelar una papa, y es nuestro dedo el que se lleva el lastimado.

La culpa es del ropero, porque ahí la memoria se pone divertida, y le da por esconderse en su forma traslúcida, para vernos de lejos.

En estos casos graves, cuando la memoria nos lleva demasiados tropiezos, demasiadas curitas, demasiados incendios, lo mejor es usar las lágrimas de lupa. El método es sencillo: restregarnos los ojos hasta que al fin se pongan colorados, con ganas de llorar sin que se entienda, hasta nublar la vista. Esa es la señal para abrir el ropero, con la lupa bien puesta. Y ahí aparece: un pañuelo bordado con un poco de verde, pero blanco en el todo de la forma. La memoria extraviada, traslúcida, invisible, ahora transformada en un pañuelo que nos limpia los ojos para mirar de frente, sin que nos duela tanto lo perdido.


Algo de lo que se puede escuchar



la gestión Macri provoca malestar en el mundo de la cultura
Carlos Groba - Secretario gremial de AAA
La ley de servicios de comunicación audiovisual en el ámbito musical
nos visita
desde La Rochelle Francia al CCC Argentina

Programa del 12/09/09

Editorial
por Walter Alegre

Figuras humanas bailan confundidas con la basura desde donde nos lanzan discursos vencidos por viejos y derrotados.

Y la música ?

La música en sus tres dimensiones con la ausencia como medida de ese infinito que nadie puede llenar.

Y la danza que explica lo inentendible con el juego de los cuerpos desnudos para decirnos lo fugaz de nuestro paso.

Para descifrar ese infinito, el teatro comienza a rodar otra vez, ya en Siberia, ya en Teruel y siempre en Buenos Aires.

En ese cuadro que pintamos los trazos de nuestro derrotero que otro terminará.

Y el vino que consuela cualquier desolación, que ayuda a ver lo que no vimos. Hasta la próxima confusión, cuando debemos empezar todo de nuevo, con la metáfora disfrazada de poesía en el cuerpo que se acomoda en la víspera de nuestro nacimiento.

Y esa posición iniciática de desacomodarse para descubrir, una vez más, este universo siempre nuevo porque el arte nos lo revela a cada momento.

Como dijo la poeta Elena Annibali: El enigma de nuestra existencia es buscar la llave que nos la descifre y, cuando la encontramos, abre la puerta que nos voltea con millones de otras llaves.


Algo de lo que se puede escuchar


Antología Personal
Escribir en el aire
en el

domingo, 6 de septiembre de 2009

Programa del 05/09/09

Editorial
(por Carlos J. Aldazábal)

El señor enfermero, con el dedito en la boca, dice que me calle, que no siga opinando, que evite decir lo que estoy viendo.

El gran inquisidor, el dictador de turno, el idiota mediático. Con bigote o peinado a la gomina, con disfraz de Chaplin o peluca de abuela, con arrugas de avispa, con ojeras de zombie. Siempre con el poder para que todos crean las mentiras que dice.

El señor prepotente no quiere que un mosquito le vuele en el oído, no quiere que los árboles levanten la vereda de su casa cercada, de su castillo frívolo, de su cuenta corriente. Me grita que me calle con voz de policía. Pretende que me quede con los brazos cruzados viendo como redacta los nombres ganadores, pero también la lista donde incluye mi sangre. En fin, la misma Historia que viene redactando día a día, mes a mes, año a año, en los huecos de su conciencia.

El señor enfermero. El señor prepotente. Y yo que no escarmiento. Yo que insisto e insisto con mi vuelo pequeño de mosquito, de árbol poderoso, de vendaval de pueblos tocando sus campanas, para que nadie insista en querer que callemos, pacientes, asustados, apagando las luces.

No señor enfermero. Aquí estamos gritando. Por eso, para eso, estamos vivos.


Algo de lo que se puede escuchar


Selva Dipascuale

Carlos Rosero
artista plástico ecuatoriano

Alorsa de la Guardia Hereje
Un homenaje


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Programa del 29 de agosto de 2009

Editorial
por Walter Alegre

Frente al parque Ameghino, sobre la avenida Caseros, se levantan sus muros.

Cuentan que su interior está vedado al sol, fuente de toda vida, porque la vida nunca lo habitó.

No sabemos qué es la muerte y el infierno que nos espera tiene tantas formas que no tiene ninguna.

Pero si alguna vez necesitáramos una metáfora del infierno podríamos recurrir a él porque por algo lo llaman “La Tumba, uno entra ahí y está muerto...

Me aseguran que hoy está vacío, sin un alma. Que al igual que el Santo Sudario contiene la imagen de Dios estampada en sus paredes, en su versión más Satánica.

En esos muros internos aún retumban los ecos del ruido de las rejas al cerrarse y el olor a orín añejo percudido en el cemento no se irá jamás.

Un linyera me contó que, por las noches, todavía se puede escuchar los gritos del último motín y que algún familiar despistado cae los domingos a visitar a los presos que ya no están.

Lo están demoliendo, como al Albergue Warnes y al Fuerte Apache.

Que curioso, muchos habrán vivido en los tres lugares. Gente a la que el destino no hace más que explotarles en los talones.

Sobre sus ruinas construirán otro Shopping y después de un tiempo nadie lo recordará. Como al cementerio de enfrente, que hoy se llama Parque Ameghino y se llena de chicos y perros los fines de semana. Este parque de hoy es la máscara del cementerio que a fines del siglo XIX enterró a miles de infelices víctimas de la fiebre amarilla, pero esa es otra historia...


Algo de lo que se puede escuchar


Diana Kamen y Mariano Dossena

y los elementos del humor

Repor-cital-en-vivo