Por estos días se recuerda la aparición de las Madres de Plaza de Mayo hace treinta y dos años, pero todo empezó un año antes.
Fue una noche de otoño del 76, que cayeron por estos arrabales del planeta.
Los que saben aseguran que siempre estuvieron y que su disfraz cambió sutilmente. SOLO NO LOS VIO QUIEN NO QUISO...
Como hace 500 años, les encomendaron una misión y la cumplieron esmeradamente y con deleite.
Sus espadas estaban bendecidas por la cruz y se creyeron invencibles. Como entonces, Dios, que era argentino, estaba de su lado.
Siete inviernos tuvieron que pasar para que acabara el festín de las hienas, aunque para sus víctimas, esta será eterna.
Ellos ganaron, que duda cabe, basta mirar en derredor, las ruinas del país que pudo ser, transformado en la vergüenza de la miseria en que nos convertimos.
El daño moral que nos inflingieron fue infinitamente superior al daño material, que no es poco.
Del realismo mágico de las historias de aparecidos, se pasó al surrealismo trágico de los desaparecidos.
Y así fue que se tomó por normal al estado reinante de locura.
Para que la historia la escriban los que ganan es necesario que los perdedores les alcancemos el tintero
Por suerte no todos estuvieron de acuerdo con la sumisión. Entonces la dignidad tomó forma de mujer con pañuelo blanco y el plural de Azucena se transformó en MADRES DE PLAZA DE MAYO.
-“ Si la muerte nos iguala, la diferencia la tendremos que hacer mientras estemos vivas.”-. Dijeron.
Ellas, Las Locas que nunca faltan en el reino de los cuerdos, crearon en el país del olvido, la plaza de la memoria.
Algo de lo que se puede escuchar
*Hecho en Buenos Aires: una revista que da trabajo
*Sur de Babel: algo más que un club de libros
*Recital en vivo: Alorsa, de La Guardia Hereje
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