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FM La Tribu 88.7

domingo, 15 de noviembre de 2009

Programa del 14 de noviembre


Editorial

por Carlos J. Aldazábal

¿En qué situación estará hoy Doña Ubenza? ¿Seguirá viva? ¿Se seguirá persignando por si acaso, seguirá cantando con su caja, llorando para adentro? Cada vez que escucho la versión del Dúo Salteño de esta canción las preguntas vuelven a insinuarse, pero lo hacen en plural, agregando a los interrogantes por el personaje concreto, la Doña Ubenza que conoció Chacho Echenique en su infancia y a la que le dedicó su composición, la angustia por las culturas indígenas eliminadas por las imposiciones de la cultura occidental.
Mucho se ha hablado de la “globalización”, pero la palabreja no es más que una metáfora para explicar una visión unipolar del mundo, versión que en su forma más cruenta vuelve a reeditarse en nuestro tiempo con las cruzadas petroleras de Afganistán e Irak. Lo cierto es que no hay nada más opuesto a la diversidad cultural que la globalización, proceso que desde nuestra periferia no puede más que padecerse como la imposición de un”deber ser” simplificador, “deber ser” que niega la pluralidad que nos hace humanos en nombre de abstracciones tan absurdas como “progreso” o “evolución”.
Y frente a esos mandatos Doña Ubenza con su caja, desafiando un poder incomprensible que le exigía amoldarse o perecer. Cantando para ahuyentar la muerte, la muerte que para muchos indígenas tenía y sigue teniendo la cara de un empresario (antes latifundista y ahora gerente de una multinacional) empeñado en llevar un “progreso” que terminaba significando, lisa y llanamente, la explotación del cuerpo indígena a favor del modernizador de turno. También, es importante decirlo, la desaparición de las religiones indígenas, apuntalada por el cristianismo (católico o protestante), fue (y es) parte de ese proceso, aunque los rituales de las religiones reprimidas hayan sobrevivido disfrazados; aunque la Pachamama haya seguido dándoles maíz a sus hijos, cuidando sus animales, para que ellos, los de la raza sin tiempo, pudieran sobrevivir junto a sus dioses.
A veces pienso que la diversidad cultural es un sueño perdido. El turismo parece haber transformado la ritualidad de las culturas en pantomima. El marketing ha logrado imponer una fórmula de “éxito” que garantiza a faranduleros y políticos sus diez minutos de fama. Las academias se proponen como una garantía de “calidad” frente al bastardeo de los medios, pero finalmente terminan admitiendo su función de guardianes de una cultura exquisita a la que sólo pueden acceder, en el medio de la desigualdad más absoluta, los que tienen solucionados sus problemas económicos. Entonces vuelve a sonar la voz de Doña Ubenza, utilizando las gargantas de Echenique y Jiménez, y la esperanza de que todavía sea posible resistir vuelve a encenderse.

Algo de lo que se puede escuchar

Hernán Randi
La cultura desde la historia


Guadi Calvo
Los Andes no creen en Dios



adelanto de la presentacion del libro
Cultura popular y música folclórica
1º premio de ensayo del Fondo Nacional de las Artes


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